El grito de las gorditas ignoradas en silencio

Sali furiosa de las tiendas. Iba en el carro hablando sola, tirando al aire mis pensamientos de indignación y preguntándome por qué tanto grupo social que se siente apartado, ignorado, maltratado, discriminado, abusado, protestan, gritan, se unen, forman entidades, se solidarizan y llevan sus quejas y peticiones al fin del mundo, y las gorditas sufrimos en silencio tanta injusticia y tanto menosprecio de los dueños de tiendas. Todos esos grupos eventualmente son escuchados. Logran cambios y reconocimiento. Con el tiempo, se salen con la suya. Las gorditas no. En el menor de los casos, las ignoran, en otros, nos miran con lástima. En los peores se burlan o nos mandan a ponernos a dieta… iletrados… la gordura no siempre se debe al mucho comer.

¿Por qué este desahogo? Por esa rabieta que me dio por el comercio elegante al detal, que no nos sirve y somos tan consumidoras como cualquier flaca. Y les aclaro que estadísticamente no somos muy minoría que digamos. Entre 20 y 39 años, el 39.7% de las mujeres son obesas. Entre 40 y 59 y de 60 en adelante, el 43.3%. El 50.6% de las mujeres hispanas son obesas, entendiéndose como obesas que tienen un índice de grasa corporal de 40 o más o, según otro punto de vista, el 67% de las mujeres usan una talla mayor de 14 y las consideran gordas… como si no hubiera flacas cuyas caderas no caben en un 14.

No me pongan de excusa que no tienen poder adquisitivo. Se estima que el mercado de ropa plus es de 22.9 billones de dólares. Hay demanda y hay bolsillo. 

¿Por qué no hay ropa fina, bonita, de vestir, apropiada, más fácil de encontrar para las gordas? Estas son las excusas… y las realidades.

  • Las modas en trajes elegantes no se adaptan a la mujer gorda. Si se atreve usarlas, le lucen horribles.
  • Muchas tiendas de ropa fina solo venden esos trajes “en línea”, pero no en las tiendas físicas, porque “no hay suficiente demanda”; “la ropa ocupa mucho espacio de piso”, “no se venden bien”, “el mercado no justifica”, “uno ya no se viste tanto” (pero hay variedad de vestidos en tallas pequeñas) “es que cuesta caro manufacturar ropa ‘plus’”; “se pierde dinero y por eso se fabrica poco”. Difícil de creer. ¿Será que están confabulados con las clínicas de reducción de peso?

 Me esfuerzo en no ponerme paranoide, pero a veces siento que se trata de un “bullying” generalizado. Tenemos que pasar el trabajo de comprar, recibir, medirnos y devolver ropa hasta que, adivinando, tal vez acertamos. ¿Será que tramitar ropa devuelta es más costo efectivo que tener disponible en los pisos la ropa de gorda?

Habrá que preguntarle al comprador de la tienda.

Por eso me dio una rabieta de indignación… Cuando supere esta indignación, seguiré cultivando la paciencia. Mientras tanto grito, a ver si alguien me oye. 

No tan flaca,
Ofelia Pérez

 

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